La Venganza by Javier Piña Cruz

La Venganza by Javier Piña Cruz

autor:Javier Piña Cruz
La lengua: eng
Format: epub
editor: Javier Piña Cruz


Capítulo IX

Después de dejar libre a Tanya. Einar volvió a su residencia.

Nada más cerrar la puerta, sintió que algo no iba bien. Había una presencia dentro de la casa que no acostumbraba a sentir. Se despojó del abrigo y lo colgó en el perchero, se quitó los guantes dejándolos en el recibidor.

Frente a él, había un pasillo con dos puertas a los lados. La primera, daba al salón donde solía hacer las reuniones de su "Gobierno" vampiro. La segunda, permitía bajar al desván, ahí mantenía retenidas a varias personas, principalmente Hombres y Mujeres. Le servían de alimento. Cada dos días Jack, un humano al que había sometido a su voluntad en el siglo XVIII , les sacaba sangre, que luego mantenía a temperatura idónea para que su amo no tuviera la necesidad de salir a cazar. Precisamente Jack, subía del desván en ese momento. Al ver a su amo, inclinó la cabeza y le acercó la botella de sangre recién "exprimida". Einar cogió la botella y dio un trago. Dedujo que la sangre era de alguna muchacha de entre 20 o 30 años. Le encantaba el sabor de la sangre joven. Devolvió el envase de cristal a su sometido y le preguntó.

— ¿Por casualidad tengo visita?

—Si mi Rey. Se hace llamar Merian. Dice que vos la conocéis bastante bien.

Einar enarcó ambas cejas, pero rápidamente recuperó el gesto sereno.

—Muy bien, sírvenos la cena en media hora.

— ¿Para ella también mi señor?

—Sí Jack. Sírvele uno de doce a quince años, a ver si le gusta.

Jack inclinó la cabeza fielmente y se retiró por la misma puerta que había salido.

Einar se dirigió hacia la primera puerta y la abrió, buscando con la mirada a la mujer que hacia tantos siglos que no veía.

— ¡Por fin! Creía que no te dignarías a recibirme. Creador de lobos...—La voz de la mujer, seguía siendo igual que recordaba Einar, pero, en ese momento, tenía un ligero tono burlón.

— ¿A qué debo esta visita? Mi creadora...—Einar le quiso responder con el mismo tono.

—Ten cuidado. Comparado conmigo aun eres un neonato, que no sabe limpiar su rastro.

El rey la miraba con desdén. Seguía con sus ojos, sus gestos, sus aspavientos.

— ¿Me vas a decir qué quieres, Merian?

—Veo que aún recuerdas como me llamo. A veces me cuesta a mí misma reconocerlo. ¿Sabes cuánto tiempo hace que no uso ese nombre?

—Ni lo sé, ni me importa. Si tienes algo que decir, dilo y, sino, vete por dónde has aparecido. No eres bien recibida en esta casa.

Merian, al oír esa afirmación, empezó a reírse, esta vez el tono era más burlón que antes.

—Pues creo que sí debería importarte. Has cabreado a mucha gente.

— ¿A mucha gente? ¿Y te mandan a ti? No sabía que ahora fueras una recadera.

La vampira recorrió el espacio que había entre ellos en menos de una fracción de segundo y lo empujó, haciéndole volar hasta darse contra la pared rompiendo un antiguo mueble donde guardaba las reliquias que pudo conservar de su familia.

—Aún sigues siendo igual de descarado que cuando te conocí.



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